martes, 18 de mayo de 2010

NADA


Al parecer ya no era posible sólo sentirse bien. Lo más urgente era poder saber que se estaba en un lugar, cualquiera que haya sido. Lo importante era saberse en existencia.
Para Ema, ese era su gran problema. Se veía, compartía, sentía ciertos impulsos nacidos de sus propios pensamientos, pero no se sentía a sí misma, o sea , no sabía si estaba en ese lugar preciso en un momento dado y si realmente era vista por otros. Esto, cada día fue peor.
La enfermedad de Ema poco a poco comenzó a difundirse por todos lados.
Pronto, nadie sabía qué hacer y cómo tratarla. Los más capacitados gastaron preciosas horas de estudio y análisis. Hasta que un día la conclusión fue más que clara:
Ya nada ni nadie existía hace mucho tiempo en el mundo y, lo que asemejaba existir, era solamente el recuerdo de las memorias de los que antes habían realmente existido, hasta desaparecer de la realidad concreta.
Todos, incluyendo a Ema, al escuchar aquella declaración, se dejaron llevar por las aguas del olvido y muerte en un suave y silencioso instante de nada, en ninguna parte.
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