viernes, 24 de octubre de 2008

EL BARRIO DE MIREYA


Mireya, aun no se acostumbra a su nuevo barrio. Es muy grande y en él hay mucha gente famosa, simpática y comprensiva; pero lo que más lamenta es no tener a su mejor amiga, Ángela, cerca.
Para llegar donde ella y divertirse, debía recorrer todos los días muchas calles y un patio lleno de lamentos e incertidumbre.
Mireya está hace un mes y una semana, desde que se fue del hospital, en una pequeña casa antigua, llena de cruces, nombres desconocidos y polvorienta.
Y sólo tiene a Ángela para jugar. Ella la entiende de verdad.
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jueves, 4 de septiembre de 2008

Silencio



La batalla era feroz.
Max, se encontraba parapetado en una trinchera que había sido cavada por los cuerpos que yacían bajo sus pies. No tenía ni siquiera un simple rifle para defenderse. Sólo cabía esperar que no cayera ninguna granada o mortero en el lugar donde él se encontraba.
Rezó.
De prontó, el silencio se hizo presente. Hasta parecía que ni el aire se movía.
Por entre unos trozos de lo que alguna vez fue un camión, observó en dirección a donde se supone se estaba batallando.
No había nadie. Ni siquiera los cuerpos estaban ahí.
Poco a poco el miedo comenzó a transformarse en angustia, y Max gritó fuerte el nombre de su compañera.
- ¡Maríaaaa!
No hubo respuesta.
Esperó algunos minutos más, mientras el silencio parecía cada vez ser mayor y más penetrante.
“Es extraño”, pensó, “el silencio puede llegar a hacerse sentir tanto como un gran bombardéo”
Lentamente salió de la trinchera.
Caminó varias cuadras, luego de recoger un fusil a pocos pasos de su abandonado escondite.
Ni siquiera había humo, ni viento, tampoco estaban los cuerpos de los que había estado combatiendo, ni las llamas que hace menos de media hora tenían convertido ese lugar en un infierno.
-¡Mariaaaaaa! - gritó nuevamente Max. Esta vez, tampoco hubo respuesta y sus gritos se apagaron rápidamente. Como “acayados”, pensó.
Se sentó apoyadándose en un muro de ladrillos.
- ¿Max? -. La voz venía al frente de donde él se encontraba.
- María, ¿donde estás? - preguntó Max al no poder ver a su compañera - ¿Qué sucede?
- Afuera, Max. Debes salir.
- ¿Como?- Preguntó el hombre en un estado cercano al pánico.
- Tú sabes solo,...
Nuevamente es silencio y aquella sensación de soledad inmensa.
El fusil y él, solos en aquella inmensa destrucción, en aquella vacía destrucción.
Esperó una hora más, llamó en todas direcciones a María, luego a sus amigos, a sus padres a Dios.
Nadie respondió jamás.
Luego de tres días apenas podía caminar y la sed lo estaba matando. Entre toda aquella destrucción no había nada para poder alimentarse. Pensó en echarse barro a la boca para refrescarse, pero el barro se había converrtido en tierra seca.
Sólo estaban el fusíl y él,... y el silencio terrible.
Se puso el cañón en la barbilla y disparó,...
- Saliste, por fin - dijo María acompañada por sus amigos– pensabamos que ibamos a tener que aguardar otra hora más, pareces un viejo. Ven, vamos a tomar algo.
Max salió de la cápsula y se reincorporó lentamente. Aun sentía algo de confusión. Tras él, habían varias personas esperando entrar en el juego. Miró la máquina: “1945, The Real Game”, decian las grandes letras de color violeta.
“ Sí, ya estoy un poco viejo para estos jueguitos”, pensó, mientras fue al puesto de comida.
Hace mucho tiempo que Max no disfrutaba tanto una gaseosa con hielo y unas papas fritas con mostaza.

viernes, 29 de agosto de 2008

PURGATORIO


- Tremendo tumulto - dijo un tanto agobiado, Benjamín.

- No creas que es tan grande - respondió Carmen.

-Debe ser que nunca había estado, ni visto a tantas personas.


Carmen, le dio una pequeña mirada de desaprobación al hombre.


- ¿Que sucede? - preguntó Benjamín - ¿Por qué me miraste así?

- Acaso no te das cuenta, pedazo de imbécil, que esta es la quinta vez que estamos aquí.

- ¿A qué te refieres? - volvió a preguntar, Benjamín.


Carmen, respiró hondo y se rascó su calva cabeza.


- Ve y pregúntale a ese tipo de cachos largos y de cola en punta, donde cree él que estamos, y cuando te responda, sabrás muy bien a lo que me refiero.


Benjamín obedeció, y fue sin ningún temor a preguntarle sobre su paradero al gran demonio que organizaba las torturas.

martes, 26 de agosto de 2008

DON SEÑOR



En la junta de accionistas se acercó Don Perro, para hablar con Don Guillermo, sobre lo acontecido en la noche anterior en la casa de Doña Isabel.
Al respecto, Don Perro le explicó a Don Guillermo que, lamentablemente, él no era la persona más indicada para dar la fatal noticia del triste fallecimiento de Don Gato, al Presidente del Consejo Municipal, ya que Doña Muerte es muy quisquillosa en esos temas y más vale seguirle el amén.
- Pero, ¿quién se ha creído esa señora que soy yo, para negarme el legítimo derecho de dar a conocer esta fatídica noticia a mi hermano, el Presidente del Consejo? - dijo enfurecido Don Guillermo.
- Es la ley - contestó Don Perro.
- Pero que se han imaginado ustedes, ¿acaso piensan que soy un Don Nadie?
- No - contestó, esta vez, amigablemente Don Perro - Don Nadie viene en camino, y le aseguro que no anda de muy buen humor, si hasta Doña Muerte le anda haciendo el quite. Yo que usted me retiro.
Todos quedaron en silencio. A los pocos minutos, el puesto de Don Guillermo estaba vacío.

lunes, 25 de agosto de 2008

Día Uno


¿Señor es usted el triturador de cabezas?

Sí, ¿por qué?...(sonido de huesos quebrándose),... ¿Qué tiene de raro?



En este blog se supone que se quebrarán ideas y formas, de la más extravagantes formas y estilos. Los invito a leer esta vorágine de cuentos "raros, surrealistas, fantásticos, etc" que hagan que de verdad sientan que la cabeza se les tritura,... lentamente.

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