sábado, 19 de diciembre de 2009

Deseo




El deseo es fuego, como Aurora Solaria. Son llamas que me convocan por mi real nombre, que no me permiten escapar y, menos, cuestionarme aquella dulce sensación. Es infinitamente poderoso.

Sé que no soy nadie para negarme a la entrega. Sí, porque el deseo es eso: Entrega, la más pura y completa renuncia a uno mismo en la cual perderse, sin arrepentimiento, sin dolor y sin casi saberlo. Dejar de ser, para ser parte de otro. Un inmenso “otro”.

Ella me llama insistentemente. Como sé que ha llamado a otros, como también sé que ella pronto acabará con el último hombre en este hermoso lugar. Como innegablemente sé que me entregaré a la pasión de este desconocido mundo-hembra, que me abraza, que me acaricia. Que me disuelve, lenta, hermosamente; y por siempre.

sábado, 12 de septiembre de 2009

De Mar y Promesas




La brisa marina me lleva una vez más hacia el ventanal. Tiemblo al recordar las noches, mañanas y tardes con Sofía.

La promesa.

Ella llegó a mí una triste tarde de abril, cuando lo único que deseaba era ser tragado por las aguas del gris océano, ser barrido de los recuerdos y la rutina.

La encontré nadando graciosamente entre las frías e inmensas olas. Redondas como todo su cuerpo y espumosas como el éxtasis que experimentábamos varias veces al día. Entre sus prohibidos rincones supe que había más, mucho más de lo que cualquier hombre hubiese deseado. Más de lo que cualquier profeta sermoneara en sus más íntimas tertulias.

Fui algo mucho mayor a lo que un hombre pudiese creer. He conocido el placer inmenso de la unión de algo superior a la carne y los besos huracanados de dos enamorados que han esperado mucho para estar solos.

El ser algo tan grande que ni siquiera tu nombre recuerdas.

Por eso le llame Sofía, como mi desaparecida mujer. Ella sólo me llamó pez loco.

Ella hizo que le entregara mi vieja existencia, y los pocos sueños que aun cobijaba mi mente enferma y solitaria.

Siempre prometió curarme.

Ayer por la tarde apareció su silueta en el mar. Me sonrió dulcemente, como siempre lo había hecho, cuando corrí a su encuentro y me envió un beso.

Era la señal que acordamos para el momento en que ella vendría por mí y cumpliría su promesa.

Me dijo que el dolor sería pasajero, que no desesperara, que siempre iba a estar a mi lado. Que nunca me abandonaría. Que sería joven una vez más.

Sé lo que dicen las leyendas sobre esas mujeres, sé lo que han vivido marineros y exploradores por siglos. Sé sobre las traiciones, las muertes, el miedo y la oscuridad.

También sé, que esta habría llegado hace dos años si mi destino no me hubiese mostrado a Sofía, que me espera con otras como ella en las frías aguas de abril. Ahora llueve y su canto me invita a salir corriendo hacia las aguas y ser convertido en un ser como ella.

No sé si realmente cumplirá su promesa, pero dos años de regalo, de recuerdos intensos como la misma muerte, no deben ser en vano, y no debo temer. Más que mal, será lo que siempre quise: ser llevado por el mar en un batir de alas húmedas y oscuras.

Alas de mar y promesas.

martes, 28 de abril de 2009

Me enamoré de Campanita


- Estás loco -, ¿cómo se te ocurre decirme que estás enamorado de un dibujito?
- Bueno, es la verdad. ¿Qué quieres que haga?

Manuel se rascaba la cabeza mientras observaba con ojo crítico a Guillermo. "¿Cuándo se chaló este idiota?", pensó.

- ¿Oye? -, le preguntó sarcásticamente -, ¿y has tenido algún tipo de intimidad con tu hadita?

Guillermo bajó la vista, y con los labios juntos como casi escondiéndolos, afirmó con un suave movimiento de cabeza.

- Sí, dos veces - dijo.
- ¿Y te molestaron las alitas?. ¡Que idiota! ¿Cómo puedo estar hablando esto contigo?
- No creas que no sé lo que piensas de mí, amigo. Pero te juro que es verdad y hay algo más...
- ¿Qué cosa?
- Está aquí. Tras la puerta de salida - miró en dirección a la gruesa puerta de roble -, sentí su aroma.
- ¿Cómo?
- Ese olor dulce que levemente se comienza a apoderar del lugar, ¿no lo sientes?-. Apretó sus puños-. Me estoy comenzando a excitar.

Manuel sintió aquel dulce aroma, a la vez que una cosquilla, similar a la que sintió durante su juventud cuando conoció a Claudia, lo comenzó a invadir.
La puerta de madera se abrió lentamente dejando entrar una luz verde azulada repleta de risas y más aroma dulce y lascivo.
Guillermo rió y corrió en busca de la mujer de frágiles alas que asomaba. Junto a ella, otra.

- Te trajo compañía, Manuel. Viste, te lo dije y tú no me creías.

Manuel se abalanzó jadeante de excitación sobre aquella fragil silueta que le sonreía musicalmente desde el rincón más extraño de su percepción.

Tres minutos más tarde la cápsula espacial se precipitó sobre la Nova G-342 y los dos astronautas tuvieron una dulce y mágica muerte, allá, en los confines de la galaxia.

lunes, 6 de abril de 2009

Trinidad


Ambos se estrellaron aparatosamente en la esquina de Quinta con Tres Norte. Volaron sesos, ojos y vísceras.

                Corrí espantado a recoger los restos de mis amigos.

 

                - Dios mío - pensé -, siempre habíamos sido los tres, los tres compadres, compañeros de juerga y de muchas cosas más. Ahora veía como mi soledad se acercaba innegablemente a quedarse por siempre a mi lado.

 

                Traté de juntar sus trozos. Los trataba de  pegar con la poca saliva que tenía mezclada con mis lágrimas. Los abracé con fuerza mientras la sangre me envolvía con su  metálico aroma hasta que no pude más y caí desmayado por  la congoja e impotencia.

                Cuando llegaron los Otros a recogerme y enviar mi triste soledad a un nuevo sitio, ya no había restos de mis compañeros, ni de la colisión, ni de la sangre.

                Ni de mí.

                Mi cuerpo es otro, mi mente es otra. Todos los recuerdos son muchos, y aun no logro ver claramente de quien es cual.

                Ahora estoy bajo las llaves de  una de las habitaciones para los solitarios. Pero no lo estoy. Hablo y comparto con mi mente triple, hay recuerdos triples, amores triples, odios triples. También un triple deseo de libertad.

                Seis ojos ven más que dos, dicen. Y creo, perdón, creemos; que escapar de aquí será  muy fácil. 

Demasiado fácil.

                

domingo, 8 de febrero de 2009

UP DATE

Hace algunos días que Nunuhá no se encuentra bien. Tomuk, el jefe del clan lo ha llamado varias veces para hablar con él. Pero Nunuhá parece no querer entender las enseñanzas de Tomuk y se ha vuelto rebelde.
- Entiende lo que digo, Tomuk. Tú no llevas ese nombre, tu nombre es Marcelo Guerra, el mío es el de Alejandro Santaelices, algo pasó hace tres días, y nadie salvo yo parece notarlo. Además tú no eres jefe, eras el que hacía el aseo en la oficina.
Las palabras de Nunuhá son extrañas y llevan el signo del demonio oscuro de la noche. Tomuk tiene miedo.
- Dime tú, Nunuhá, el veloz. ¿Qué te hace pensar en aquellas extrañas palabras y en esos horribles lugares?
- No pienso en palabras endemoniadas ni nada de eso. Te repito: algo cambió hace tres días y nadie parece saberlo, tú nombre es Marcelo y tenías tres hijas; una de tres, otra de ocho y una que estaba por salir de secundaria.
Tomuk retrocedió unos pasos.
- Temo de sobremanera de tus palabras hombre que dice llamarse Maceló y habla extrañas palabras. Debo tomar una decisión como jefe de este clan, y esta es que te vayas lejos de nosotros - . Lo miró un momento fijamente - . ¿Es que no recuerdas nuestra juventud cuando cazábamos Mauts?
- Sólo recuerdo la oficina, mi casa, el tráfico y el maldito crédito que le debía al banco. ¿Acaso soy el único ser en la tierra que recuerda toda la mierda?
Tomuk sólo lo observó sin decir palabra alguna.
- Me voy – dijo Nunuhá. Tomó su saco de cuero de Maut y salió de la cueva rápidamente.
La tarde estaba calurosa, la vegetación era completamente diferente a lo que él recordaba y todo parecía un muy, pero muy mal sueño. Al llegar a una explanada se detuvo.
Frente a él habían animales increíbles, extraños, casi imposibles. Hace algunos días, junto a su hijo mayor fue al museo de historia natural para buscar material sobre dinosaurios, mastodontes y una serie de bestias de la prehistoria.
¿Qué había sucedido?
Hubiese sido preferible caer en la trampa como todos los demás, pero, ¿Por qué él no, por qué solamente él recordaba lo de “antes” y nadie más hasta ahora parecía darse cuenta?
La solución no tardó en llegar.
- ¿Qué sucede contigo? - . Era la voz de Doyka tras él. O Mercedes, su secretaria, ahora convertida en una Homo Sapiens de cien millones de años atrás vestida con cueros al igual que él.
- Nada malo, Doyka. Sólo pensaba.
- No creo que solamente hayas salido a pensar, llevas tu Hua-nah -. La mujer lo miró un instante -. ¿O tu maleta “Samsonite”, en versión Adán y Eva?
Nunuhá quedó perplejo.
- ¿También recuerdas?- preguntó tímidamente Nunuhá.
- Sólo de vez en cuando – dijo Doyka -, a veces cuando estoy sola. Como hace un momento.
Palabras mágicas, sola… momento. Nunuhá pareció olvidar su dilema y sintió como una erección hacía presión en su atuendo de cuero.
Sobre aquel césped virgen, Doyka y Nunuhá se entregaron a sus deseos y al temible olvido.
Sobre aquel césped el hombre volvió con su hembra al clan. Bajo aquella tarde entendió el sentido del supuesto contrasentido.
Bajo aquella era desconocida Alejandro Santaelices dejó de ser tal, dejó su pasado y vida. Si es que aquella había existido realmente o sólo había sido una larga pesadilla.
Dos palabras rebotaron en su mente por algunos días: UP DATE. No recordaba bien que significaban, pero lo tranquilizaron mucho y cada vez que llegaban a su cabeza, reía fuertemente.
Años después sus hijos corrían junto a extraños y maravillosos animales, en una tierra verde y tranquila.
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