viernes, 4 de noviembre de 2011

El Eterno


Llegué de tan lejos que es imposible que alguien lo entienda. Con decir que la galaxia más lejana está en un lugar muchísimo más cercano que de donde yo provengo.
Llegué por accidente, por el azar, por el destino. Por la acción algo ten inmensamente enorme que no existe vocablo que pueda nombrarlo en este mundo opaco, adolorido, de corta vida y de limitados colores.
En un momento indeterminado me vi sumerguido en un oscuro y maloliente lugar, de existencias tan breves que nunca he podido ni siquiera intercambiar algunas ideas con por lo menos una de ellas.
Pero hubo un hombre, solamente un ser viviente de esta tierra que me percibió, que alcanzó a saber de mi existencia durante su corta vida. Decía llamarse Xuh, existió en un rincón de lo que en un momento se llamó Asia y durante sus cien momentos ( o años, como le llaman ellos) intuyó que lo observaba. Entre el momento número 40 y el 99 me dijo algo como "Se que estás pero nunca podré oir tu respuesta, abarcas tanto como una montaña y repiras tan lento como los ciclos de un cometa en el firmamento"...
Cuando quise responderle ya no era ni polvo. Cuando por fin entendí el sentido de sus angustiadas palabras el sol se ha tornado rojo, y ahora ni siquiera existe vida en su mundo.
Me quedo solo una vez más, esperando el vacío que llegará pronto y la luz que hará que todo se llene de nuevo, brevemente, de colores, fuego, estrellas y vida. Tengo la esperanza que el que me trajo aquí me recuerde y me lleve finalmente a mi querido hogar de nuevo. El cual extraño y añoro con impaciencia.

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El triturador de cabezas by Armando Rosselot is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-Sin obras derivadas 2.0 Chile License.
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